En una conversación con Sergio, un productor porcino de Neuquén Capital, se expuso la crítica situación que enfrentan los crianceros de la zona de la meseta debido al cierre del matadero destinado a pequeños productores. Sergio, quien ha trabajado en esta actividad desde que la zona aún no estaba desarrollada, expresó su preocupación por las consecuencias económicas y sociales de esta medida.
El cierre del matadero y sus repercusiones
El matadero, inaugurado con el propósito de apoyar a pequeños crianceros de la región, permanece cerrado desde hace tres meses, dejando a productores sin un lugar autorizado para faenar y comercializar sus animales. Según Sergio, el cierre se atribuye a problemas administrativos y burocráticos, como la falta de mantenimiento en el pozo de residuos y cuestiones políticas que han retrasado la reapertura.
“Hace tres meses que el matadero está cerrado y eso nos perjudica a muchas familias. Sin el sello oficial, no podemos vender nuestra producción, y eso genera desconfianza en los clientes”, explicó Sergio. Además, denunció que muchos crianceros han tenido que abandonar la actividad, pues los costos de alimentación se han disparado, y sin un lugar para procesar los animales, la actividad se vuelve insostenible.
Un golpe al sustento de cientos de familias
La situación se agrava en estas fechas cercanas a las fiestas de fin de año, un período clave para la venta de lechones. Sergio recordó que, en años anteriores, este mes representaba un respiro económico para los crianceros. “El año pasado trabajé muy bien, pero este año, con el matadero cerrado, vamos para atrás. Muchos crianceros han desaparecido, y de más de 500, ahora quedamos menos de 100”, lamentó.
El productor también destacó que el matadero era parte de una iniciativa que buscaba sacar a familias de situaciones vulnerables, ofreciéndoles herramientas para trabajar en la cría de cerdos. Sin embargo, señaló que ahora “les soltaron la mano”, dejando a los pequeños productores sin apoyo.
El reclamo por seguridad alimentaria
Otro aspecto crítico es la seguridad alimentaria. Sergio subrayó la importancia del sello sanitario otorgado por el matadero para garantizar que los productos sean seguros para el consumo humano. “Sin el sello, nos acusan de ser clandestinos y no podemos vender en carnicerías. Entiendo a los clientes, porque el sello es una garantía, pero sin el matadero no podemos cumplir con eso”, explicó.
El llamado de los productores es claro: reabrir el matadero de forma urgente para poder continuar con su actividad y garantizar la calidad de sus productos. Sergio pidió que se dé prioridad a esta problemática, ya que afecta no solo a los crianceros, sino también a los consumidores y al desarrollo económico de la región.
“El matadero era una herramienta para que muchas familias puedan salir adelante, pero ahora nos han dejado a pie. Solo pedimos que lo reabran y nos den la posibilidad de trabajar dignamente”, concluyó.