La letra chica de los centros de inteligencia artificial en la Patagonia

El auge de los centros de inteligencia artificial (IA) en la Patagonia está despertando el interés de empresas tecnológicas globales, pero con pocos beneficios claros para la economía nacional. El consumo energético desmesurado de estos centros y los bajos márgenes de ganancia para Argentina generan dudas sobre el verdadero impacto de estas inversiones en el […]

El auge de los centros de inteligencia artificial (IA) en la Patagonia está despertando el interés de empresas tecnológicas globales, pero con pocos beneficios claros para la economía nacional. El consumo energético desmesurado de estos centros y los bajos márgenes de ganancia para Argentina generan dudas sobre el verdadero impacto de estas inversiones en el desarrollo del país.

En el centro de este debate se encuentran los Data Centers, enormes instalaciones donde se alojan los servidores de alto rendimiento que procesan grandes volúmenes de datos y servicios. Estas infraestructuras requieren cantidades de energía monstruosas, tanto para su funcionamiento como para mantener la temperatura interna de los servidores en niveles óptimos, alrededor de 23 grados.

El panorama no es sencillo para Argentina, que se encuentra en una competencia desigual con países vecinos como Uruguay, Brasil y Chile, donde compañías como Google y Amazon ya han instalado sus propios centros de datos. A pesar de intentos previos, el país no ha logrado atraer a estas grandes empresas tecnológicas, ni siquiera durante el mandato de Mauricio Macri, quien impulsó un proyecto de Amazon para instalarse en Bahía Blanca, basándose en el potencial de los parques eólicos de la región para generar energía.

Aunque las megacorporaciones tecnológicas miran a la Argentina por su energía barata, talento y la cercanía con mercados clave como el de Estados Unidos, estos beneficios no se traducen en un impacto económico significativo para el país. Los centros de inteligencia artificial son un negocio manejado por un pequeño grupo de megamillonarios, muchos de los cuales no parecen tener intenciones de generar empleo local ni de contribuir sustancialmente al desarrollo industrial.

Javier Milei con el ceo de Meta, Mark Zuckerberg.

A pesar de la promesa de energías renovables, como la generada por las hidroeléctricas patagónicas, el negocio de la inteligencia artificial plantea riesgos para la soberanía energética del país. La construcción de estos centros de datos está directamente vinculada a una creciente demanda de electricidad que, en el mejor de los casos, afectaría los recursos nacionales sin asegurar que esos beneficios lleguen a las comunidades locales.

Los centros de datos también traen consigo desafíos medioambientales y sociales, ya que la huella ecológica de estas instalaciones es considerable debido a su consumo energético. Además, en un país como Argentina, con altos índices de pobreza y desigualdad, se genera la pregunta sobre si estas inversiones realmente benefician al bienestar colectivo o si sólo contribuyen al enriquecimiento de grandes corporaciones extranjeras.

Por otro lado, el sector de la tecnología en Argentina no está exento de éxitos, como lo demuestran empresas nacionales que se han consolidado en la región, tales como Mercado Libre, Globant, Ualá y Technisys. Estas empresas, conocidas como “unicornios”, son el tipo de clientes que los Data Centers de la Patagonia buscan atraer, pero es importante reconocer que su éxito no depende exclusivamente de la instalación de grandes infraestructuras energéticas, sino del talento humano y el ecosistema académico que ya existe en el país.

Aunque el atractivo de Argentina como sede de centros de inteligencia artificial es innegable, los beneficios para la población en términos de empleo e inversión social aún no están claros. Los efectos colaterales de este tipo de negocios podrían resultar contraproducentes para el país si no se regulan adecuadamente y si las ganancias no se distribuyen de manera justa.

En conclusión, mientras el país sigue siendo observado por gigantes de la tecnología, es esencial que la Argentina evalúe detenidamente los costos y beneficios reales de convertirse en un hub de centros de datos. Sin un plan estratégico que contemple tanto el desarrollo económico como la protección de los recursos nacionales, este negocio podría ser más perjudicial que beneficioso para los argentinos.

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