Cómo hacer la verdadera empanada tucumana

Cuando se habla de la empanada tucumana, no se habla simplemente de comida, sino de una tradición, de historia, y de un arte que se transmite de generación en generación. Valeria Velázquez, bicampeona de la Fiesta Nacional de la Empanada, es el ejemplo perfecto de cómo la pasión y el legado familiar pueden convertir un […]

Cuando se habla de la empanada tucumana, no se habla simplemente de comida, sino de una tradición, de historia, y de un arte que se transmite de generación en generación. Valeria Velázquez, bicampeona de la Fiesta Nacional de la Empanada, es el ejemplo perfecto de cómo la pasión y el legado familiar pueden convertir un plato en un símbolo cultural.

Desde su puesto en Famaillá, Tucumán, Valeria no solo elabora empanadas que deleitan a locales y turistas, sino que se ha convertido en una verdadera embajadora de la gastronomía tucumana. Con una sonrisa y la humildad que la caracteriza, compartió su experiencia como chef y los secretos detrás de su éxito.

Un legado que cruza generaciones

La historia de Valeria comienza en la cocina de su abuela, quien le transmitió la receta que hoy la ha llevado a ser reconocida como una de las mejores empanaderas del país.

“Mi abuela era muy estricta con la receta. Siempre me decía que no debía cambiar nada, que cada detalle era importante. Hasta sus últimos días, me supervisaba para asegurarse de que todo estuviera perfecto,” recuerda Valeria con emoción.

Hoy, ese legado continúa con sus hijos, especialmente su hijo mayor, quien trabaja en el rubro gastronómico en Tafí del Valle. “Es mi sucesor, y sé que llevará esta tradición a nuevas alturas,” afirma con orgullo.

El proceso de creación: el arte de la empanada perfecta

Valeria es tajante al decir que la empanada tucumana no lleva papa, ni puré, ni ingredientes que no estén en la receta original. Su preparación es un verdadero arte que combina precisión, dedicación y amor.

Ingredientes clave

  • Matambre picado a cuchillo: “El matambre debe estar bien tierno y cortado en cubos pequeños para que sea jugoso y fácil de manejar.”
  • Cebolla blanca y de verdeo: Estas cebollas son esenciales para aportar dulzura y frescura al relleno.
  • Huevos duros: Un toque clásico que complementa la mezcla.
  • Condimentos: Pimentón, ají y comino, los sabores que hacen única a esta empanada.

La preparación del relleno

Valeria enfatiza que el picadillo, como ella lo llama, debe prepararse con anticipación:

“El relleno necesita tiempo para reposar. Lo hago temprano en la mañana o incluso la noche anterior, para que todos los sabores se mezclen perfectamente.”

El matambre se cocina en agua con sal hasta que esté tierno. No se utilizan caldos ni aditivos, para mantener el sabor puro de la carne. La cebolla se cocina cuidadosamente para que no pierda su textura, pero suelte todos sus jugos.

La masa: el complemento perfecto

La masa de Valeria es completamente casera, y aquí radica otro de sus grandes secretos. Su receta incluye:

  • Harina 0000.
  • Grasa derretida para darle elasticidad.
  • Salmuera tibia para lograr la textura ideal.

“Al principio amasaba todo a mano, pero ahora uso una sobadora porque hago muchísimas empanadas por día. Pero siempre mantengo la receta tradicional,” comenta.

La masa debe ser suave pero firme, lo suficiente para contener el relleno sin romperse al cocinarla.

El toque especial: jugosidad garantizada

Si hay algo que distingue a la empanada tucumana es su jugosidad. Valeria comparte su truco:

“El secreto está en los jugos del matambre y la cebolla. Deben enfriarse con el relleno antes de armar las empanadas. Así, al cocinarlas, el jugo queda atrapado adentro.”

Por eso, comer una empanada tucumana es una experiencia: hay que hacerlo con las piernas abiertas para no mancharse con el delicioso jugo.

La cocción: el momento crucial

Valeria utiliza un horno de leña para darle a sus empanadas un sabor ahumado inconfundible. El tiempo de cocción es de 35 a 40 minutos, dependiendo del tamaño de las empanadas y la intensidad del fuego.

“En casa, recomiendo usar trozos pequeños de matambre para que se cocinen más rápido y controlar bien el tiempo. Es clave que la carne esté jugosa pero cocida a la perfección,” explica.

Más allá de la cocina: una embajadora cultural

Ser bicampeona de la Fiesta Nacional de la Empanada no es solo un título para Valeria. Es un reconocimiento a su dedicación y su amor por la cultura tucumana. En su puesto, ubicado en el Paseo de Famaillá, recibe a turistas de todo el mundo que buscan probar su famosa empanada.

“Aquí elaboramos entre 20 y 40 kilos de matambre por día, todo picado a cuchillo. La gente que prueba mis empanadas siempre se va feliz, y eso es lo que más me llena de orgullo,” dice con una sonrisa.

Un futuro lleno de sabor

Valeria no solo ha conquistado a los comensales con sus empanadas, sino que ha inspirado a nuevas generaciones a mantener viva esta tradición. “Mis hijos son mi mayor orgullo, y sé que ellos llevarán esta herencia gastronómica mucho más allá de lo que yo soñé,” concluye.

Con pasión, técnica y un profundo respeto por sus raíces, Valeria Velázquez se ha consolidado como una verdadera leyenda de la empanada tucumana, demostrando que este plato es mucho más que una comida: es un símbolo de identidad y orgullo argentino.

 

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