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Día Mundial de Concientización sobre el Autismo: detección temprana y desafíos en su abordaje

El diagnóstico del espectro autista ganó visibilidad en los últimos años, lo que permitió su detección precoz y un tratamiento adecuado tanto en niños como en adultos. En el año 2000, la prevalencia era de un caso cada 150 niños. En 2019, la cifra aumentó a uno en 44 y en la actualidad, se estima […]

El diagnóstico del espectro autista ganó visibilidad en los últimos años, lo que permitió su detección precoz y un tratamiento adecuado tanto en niños como en adultos. En el año 2000, la prevalencia era de un caso cada 150 niños. En 2019, la cifra aumentó a uno en 44 y en la actualidad, se estima que uno de cada 36 presenta esta condición.

Ariana Priani, médica pediatra y neuróloga infantil en diálogo con Radio 7 se refirió al crecimiento en los diagnósticos y a la importancia de descartar mitos. «No es que hubo más casos, sino que ahora se detectaban mejor. No era causado por vacunas ni alimentos, sino que respondía a factores genéticos» afirmó. Además, señaló que muchos adultos descubrieron su condición a partir del diagnóstico de sus hijos.

El autismo fue reconocido como una condición neurobiológica que afectaba la comunicación y la interacción social, con grados de afectación diversos. «Antes se consideraba un trastorno, pero hoy se reconoce como una condición del espectro, porque había distintos niveles de impacto en cada persona» explicó Priani.

Uno de los signos más frecuentes era la hipersensibilidad sensorial. «El 80% de los casos presentaban alguna alteración en la percepción del entorno. Algunos niños no toleraban ciertos sonidos, texturas o luces, mientras que otros buscaban estímulos intensos para autorregularse» indicó Priani.

La comunicación también fue un aspecto central. «Un niño con mayor afectación podía evitar el contacto visual y no demostrar intención de comunicarse. Otros lograban sociabilizar, pero imitaban gestos o frases de terceros para encajar» detalló la neuróloga. En el caso de las mujeres, el diagnóstico solía llegar más tarde porque desarrollaban estrategias de camuflaje social.

El tratamiento no se basa en la «recuperación» del paciente, sino en la adaptación para mejorar su calidad de vida. «No buscábamos que un niño tuviera muchos amigos, sino que pudiera desenvolverse sin evitar oportunidades por miedo a la exposición social», resaltó. La terapia psicológica y el acompañamiento familiar son fundamentales en este proceso.

El abordaje temprano es clave para evitar diagnósticos erróneos. «Muchos adolescentes con autismo sin diagnosticar pasaron por psiquiatría con sospecha de esquizofrenia. A veces llegaban a la consulta con altos niveles de ansiedad, depresión y aislamiento» señaló Priani. En algunos casos, la medicación resultaba necesaria, pero siempre combinada con estrategias terapéuticas personalizadas.

La escolarización representa otro desafío. «Existía una brecha enorme entre escuelas que estaban preparadas para la integración y otras que no contaban con herramientas», advirtió. En este sentido, resaltó la importancia de capacitación docente y de ajustes razonables, como permitir el uso de auriculares o reducir estímulos visuales en el aula.

En el ámbito laboral, muchas personas adultas con autismo enfrentaban dificultades por la falta de conocimiento sobre la condición. «Algunos evitaban trabajos que implicaban interacción social intensa, mientras que otros lograban desempeñarse con acompañamiento adecuado», sostuvo. Figuras como Bill Gates visibilizaron el autismo de alto funcionamiento, lo que contribuyó a desestigmatizar la condición.

«El apoyo de la familia y la sociedad fue clave para que las personas con autismo pudieran desarrollarse plenamente. La clave no era adaptarlos a un mundo inflexible, sino generar un entorno más inclusivo» concluyó Priani.

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