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La Ruta Nacional 40 Sur amanece fría y seca, con el viento característico de la región soplando incansablemente. En el paraje El Marucho, mientras el sol apenas comienza a calentar la tierra, la Policía de la Comisaría 31° de Las Coloradas realizaba su recorrido habitual en el marco del operativo trashumancia, cuando a la vera del camino divisaron una silueta solitaria.
Era Doña Angélica, una criancera de 80 años, conocida en la zona por su andar firme y su mirada curtida por el paso del tiempo. Con su bastón artesanal, avanzaba con determinación, acompañada solo por sus animales. Como todos los días, sin importar la estación del año ni las condiciones climáticas, caminaba cinco kilómetros a pie para llevarles agua y comida.
Al verla, los policías detuvieron el móvil y se acercaron con respeto. Angélica, con orgullo, les dijo que no necesitaba ayuda, aunque tampoco la rechazó. Sin insistir demasiado, los uniformados decidieron acompañarla en silencio hasta su puesto, asegurándose de que nada interrumpiera su jornada.
Al final del trayecto, la mujer les agradeció con una simple mirada. Para los policías, ese día no solo habían cumplido con su deber, sino que fueron testigos de algo más grande: la fuerza inquebrantable de una criancera, que, a pesar del tiempo y la adversidad, sigue caminando su propio destino.