
El Colegio Nacional de Buenos Aires (CNBA) es una de las instituciones educativas laicas más prestigiosas de la Argentina. Fundado en 1863 por Bartolomé Mitre, durante el primer año de su presidencia, ha sido cuna de numerosas personalidades destacadas de nuestra historia y cultura. Su emblemático edificio, ubicado en el corazón de la ciudad, es un testimonio de la evolución arquitectónica de la ciudad de Buenos Aires.
En sus primeros años, “el Colegio”, como lo llaman los que estudiaron allí, ocupó diversas sedes hasta que, a fines del siglo XIX, surgió la necesidad de contar con un edificio propio y adecuado para la educación de excelencia que impartía. En 1892, durante la presidencia de Carlos Pellegrini, se aprobó encargar la construcción de un nuevo inmueble que reflejara la importancia de la institución.
Pasaron unos años hasta que se decidió levantar la futura sede donde antes había funcionado el Colegio Jesuítico de San Ignacio, en el barrio de Monserrat. El arquitecto francés Norbert Maillart diseñó el edificio, cuya construcción comenzó en 1906, cuando el por entonces presidente José Figueroa Alcorta colocó la piedra fundamental, y finalizó en 1938. Maillart, también creador de otras obras emblemáticas como el Palacio de Justicia, imprimió el estilo de academicismo francés de la École des Beaux-Arts, con influencias renacentistas en la estructura, dándole una impronta majestuosa y sobria.
El edificio tiene tres pisos y se destaca por su imponencia y simetría. Su interior está decorado con columnas y mármol, y revestido en símil piedra París. Su fachada principal, ubicada sobre la calle Bolívar, presenta columnas de orden jónico y un gran pórtico de acceso. El interior es igualmente impactante: sus amplios pasillos de mármol, la imponente escalera central y el Salón de Actos o Aula Magna, que está inspirada en la Sala Principal de la famosa Ópera de París, con capacidad para más de 500 personas, son algunos de sus espacios más representativos.
También se destacan los dos patios, uno que se llama Moreno, característico por su fuente y reloj solar, el otro Rivadavia, donde sobresale un estanque y el observatorio. En el subsuelo hay un microcine, una pileta de natación, un buffet, dos patios techados y otros sitios de interés que son utilizados a diario por los alumnos.
Pero sin dudas, el lugar más emblemático es la Biblioteca, que custodia una vasta colección de libros antiguos y documentos históricos de incalculable valor. También se destacan los laboratorios de ciencias, equipados con instrumentos de última tecnología para cada época, lo que ha permitido que el colegio mantenga su prestigio académico a lo largo de los años.
Durante más de un siglo, el Nacional Buenos Aires fue escenario de importantes acontecimientos históricos. En las décadas del sesenta y setenta, fue un centro de efervescencia política y estudiantil, con una participación activa en debates sobre el rumbo del país. En tiempos de dictadura, el colegio sufrió la represión y desaparición de estudiantes y profesores.
Dos de los cinco premios Nobel que tiene la Argentina egresaron del Nacional Buenos Aires: Carlos Saavedra Lamas (recibió el de la Paz en 1936) y Bernardo Houssay (el de Medicina en 1947). Del Colegio salieron tres presidentes – el propio Pellegrini, Roque Sáenz Peña y Marcelo Torcuato de Alvear- e infinidad de personalidades que ocuparon diversos cargos en el Gobierno a lo largo de los años. Pero por sobre todas las cosas, buena parte de sus egresados nutrieron nuestra cultura: por sus aulas pasaron José Mármol, Juan Gelman, Alberto Manguel, Lino Palacio, Rafael Obligado, Mario Bunge, Miguel Cané, Caloi, Tulio Halperín Donghi, Claudio Gabis, Macedonio Fernández y Martín Kohan, entre muchos otros.
En la actualidad, mantiene la educación de excelencia y el edificio, declarado Monumento Histórico Nacional en 2016, es un símbolo de la cultura, el conocimiento y la tradición educativa argentina.