Este miércoles se cumplen 18 años desde la desaparición de Jorge Julio López, un albañil oriundo de Los Hornos y testigo clave en el juicio contra el represor Miguel Etchecolatz, por los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura cívico-militar en Argentina. López fue visto por última vez el 18 de septiembre de 2006, en la ciudad de La Plata, horas antes de una audiencia crucial en dicho juicio.
López, quien había sobrevivido a la tortura y detención en varios centros clandestinos, fue testigo de los horrores cometidos bajo las órdenes de Etchecolatz y su testimonio fue determinante para su condena a prisión perpetua. Sin embargo, su coraje de contar lo vivido lo expuso a peligros inminentes. Desapareció nuevamente en 2006, a solo un día de conocerse la sentencia, lo que generó conmoción y sospechas sobre la participación de sectores vinculados a fuerzas parapoliciales.
En el marco del nuevo aniversario de su desaparición, el gobierno de la provincia de Buenos Aires incrementó la recompensa pública por información que conduzca a su paradero. El monto ofrecido asciende a entre $2.500.000 y $5.000.000, con la garantía de mantener la reserva de identidad de los informantes, quienes pueden contactarse al 911, al teléfono 0221 429-3015, o al correo electrónico [email protected].
Rubén López, hijo de Jorge Julio López, expresó que aún hay dos líneas de investigación activas. La primera está relacionada con el análisis de 66 tumbas sin identificar en el cementerio de La Plata, las cuales podrían aportar información relevante. «Pedimos esta investigación hace más de tres años, pero todavía no tenemos respuesta», indicó. La segunda línea apunta a la desclasificación de archivos de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE), un pedido que también continúa sin avances.
El oscuro pasado y la lucha por la memoria
La primera desaparición de Jorge Julio López ocurrió el 27 de octubre de 1976, cuando fue secuestrado por fuerzas de seguridad bajo el mando de Miguel Etchecolatz, director de Investigaciones de la Policía Bonaerense durante la dictadura. López fue torturado en varios centros clandestinos, conocidos como parte del «Circuito Camps», y presenció el asesinato de varios compañeros. Fue liberado en 1979, tras casi tres años de detención ilegal.
Tras su liberación, López mantuvo un silencio profundo sobre lo vivido, hasta que en 1999 decidió testificar en los Juicios por la Verdad, que fueron el preludio de la reapertura de causas por delitos de lesa humanidad luego de que se anularan las leyes de impunidad. Su declaración contra Etchecolatz en 2006 marcó un hito, pero su desaparición antes de la sentencia dejó al país con un dolor profundo y una incertidumbre que aún persiste.
Organismos de derechos humanos sostienen que su desaparición fue obra de miembros retirados o activos de las fuerzas de seguridad, quienes vieron en sus declaraciones una amenaza a la impunidad. En 2014, durante otro juicio contra Etchecolatz, se observó al represor sosteniendo un papel en el que se leía el nombre de «Jorge Julio López», lo que avivó las sospechas sobre su participación directa en el hecho.
Búsqueda y justicia pendiente
A pesar de las intensas investigaciones y rastrillajes realizados en estos 18 años, el paradero de López sigue siendo un misterio. La causa judicial ha pasado por varias etapas, incluyendo un cambio en la carátula a «desaparición forzada de personas» en 2008, y la exclusión de la Policía Bonaerense de la investigación, debido a su posible implicación. Sin embargo, los avances han sido escasos y la familia de López sigue exigiendo respuestas.
La desaparición de López es un recordatorio de que la justicia por los crímenes de la dictadura aún enfrenta obstáculos, y que aquellos que se atrevieron a testificar continúan en riesgo. Hoy, más que nunca, su nombre resuena en la memoria colectiva como un símbolo de la lucha por los derechos humanos en Argentina.