La brutalidad del crimen del periodista neuquino nos enfrenta al interrogante ¿Por qué? ¿Por qué matar para robar? Rápidamente comenzaron a correr voces con pedidos de mano dura, justicia por mano propia o simplemente venganza. Pero quienes conocieron a Juan Caliani, sabrían que él no hubiera pedido mano dura, ni venganza en su nombre, sino un entendimiento de todas las variables de vulnerabilidad que llevaron a este fatal desenlace.
La abogada y militante de los Derechos Humanos, Claudia Cesaroni, en diálogo con Noticias 7, expresó: “Se despertó en las redes y comentarios una especie de demanda de mano dura, que vuelvan los milicos. Cuando el toda su vida había militado en contra de la desigualdad social. Entonces no usen esa muerte tan atroz para decir todo lo contrario a lo que él hubiera dicho”.
Juan Caliani no sólo era un periodista sensible en los abordajes de las problemáticas sociales, sino que también era un ferviente militante en contra de la desigualdad social. Su vida transcurrió en colectividad, participando en charlas, programas de radio, partidos de fútbol, militando en la CEPA, organizando ventas y colaboraciones para causas solidarias.
“Ante un hecho tan doloroso lo que se despierta son las demandas de mano dura, más punitivismo, si encontramos a los autores los linchamos. Es preocupante no solo porque él no hubiera pedido eso sino porque es un espiral de odio y de violencia que no va a evitar nuevos hechos, todo lo contrario, agrega más muerte, más dolor”, explicó Cesaroni.
“Esto es parte de una sociedad que está quebrada, al calor de la crisis económica, de la crisis social, la falta de trabajo, los cierres de centros de contención, hoy las pocas políticas públicas que acompañaban algunas de esas personas están siendo cerradas y desmanteladas”, agregó Cesaroni.
La crisis económica desatada en el país, la alta inflación y la pérdida del poder adquisitivo, se suma a la disminución del gasto social del Estado, que se traduce en el desmantelamiento de oficinas de contención social, atención ambulatoria, dispositivos de salud mental, prevención y tratamiento de consumos problemáticos.
“La única manera de vivir en sociedades más o menos seguras es en sociedades integradas del mejor modo posible. Donde la gente rota tenga un espacio para ser abrazada, acompañada, para ayudarla a encontrar alguna posibilidad de ingreso. No se pueden separar los niveles de violencia que hay con la violencia del Estado que abandona a sectores que lo necesitan presente”, indicó Cesaroni.
El cierre o desmantelamiento de los dispositivos que abordaban las problemáticas sociales que están presentes en los sectores más vulnerables, generan que hoy esas personas estén aisladas, solas, lidiando en individualidad con su problema, desprovistas de cualquier protección estatal.
El sociólogo Carlos De Angelis explica: “Estamos viviendo un momento donde la sociedad están muy volcados a los problemas personales, individuales, viendo cómo sobrevive la situación. Cuando hay este tipo de situaciones violentas vuelva a aparecer la necesidad de generar instrumentos, herramientas y dispositivos pero el único que tiene esas herramientas es el Estado”.
El Estado es el único que tiene herramientas para crear, financiar y darle continuidad a las políticas sociales que atienden las problemáticas de nuestra sociedad. El sociólogo atribuye el crecimiento del individualismo a la falta de espacios de encuentro para sociabilizar.
“En los 70’, 80’ y 90’ habían lugares, centros, la fábrica, el taller, el bar, centros culturales, eran lugares de encuentro. Estos lugares de sociabilidad, de charla, discusión quedaron por fuera de la rutina y ya no van más los jóvenes. Es un fenómeno de total individualismo, cada uno consume sus contenidos que nada tienen que ver con el de al lado”, agregó De Angelis.
Reiteramos el pedido de justicia para Juan Caliani pero además pedimos que no se exijan políticas de mano dura y venganza a sus asesinos en su nombre.