Lo acusaron de abuso, la justicia desestimó la denuncia y ahora vive un infierno

Franco, un vecino de la localidad, vivió una pesadilla tras ser acusado falsamente de abuso sexual contra una menor. Aunque la justicia y los estudios médicos descartaron cualquier indicio de abuso, el hombre relata cómo esta situación destruyó su vida, llevándolo a perder su hogar, pertenencias y tranquilidad. «Estoy traumatizado por todo lo que pasó», […]

Franco, un vecino de la localidad, vivió una pesadilla tras ser acusado falsamente de abuso sexual contra una menor. Aunque la justicia y los estudios médicos descartaron cualquier indicio de abuso, el hombre relata cómo esta situación destruyó su vida, llevándolo a perder su hogar, pertenencias y tranquilidad.

«Estoy traumatizado por todo lo que pasó», comienza Franco. Tras ser acusado por dos personas que había alojado en su propiedad, su vida cambió radicalmente. «La justicia desestimó la denuncia el 16 de diciembre, confirmando que no hubo abuso, pero ya había perdido todo: mi casa, mis bienes y mi trabajo. Lo que me hicieron es una desgracia que no me merecía», expresó con evidente dolor.

La situación comenzó en noviembre, cuando Franco pidió a los ocupantes que abandonaran una pieza de su casa, ya que necesitaba el espacio para ampliar su vivienda debido a la llegada de un nuevo integrante a su familia. «A raíz de esto, estas personas empezaron a decir que la nena había sido abusada. Salieron a la calle, convocaron a los vecinos y comenzaron las acusaciones falsas», explicó.

Franco fue detenido preventivamente por la policía, pero tras un chequeo inmediato a la menor, se determinó que no había signos de abuso. «Me liberaron a la hora porque no había nada que comprobar. Pero el daño ya estaba hecho», relató. El domingo siguiente, un grupo de vecinos intentó incendiar su propiedad, mientras él y su hija fueron resguardados por la policía. «Gracias a la comisaria Silvia, que estuvo mediando, logramos salir ilesos. Pero tuve que abandonar mi casa y buscar refugio en otro lugar», señaló.

La situación empeoró cuando, tras la retirada de la custodia policial, la propiedad fue completamente destruida. «Entraron, saquearon todo y quemaron la casa. Perdí todo lo que tenía, incluso las cosas de mi hija», dijo Franco, todavía afectado por los hechos.

«La justicia ya descartó cualquier abuso», reiteró. Sin embargo, las secuelas emocionales y sociales persisten. «Estoy yendo a terapia psicológica. Tengo miedo de salir a la calle, de caminar tranquilo con mi esposa o mi hija. La gente me sigue acosando, incluso en mi lugar de trabajo», confesó.

Según Franco, el objetivo de los acusadores era apropiarse de su propiedad. «Manipularon toda la situación para quedarse con la casa. No pudieron lograrlo, pero destruyeron mi vida en el proceso», afirmó.

Ahora, Franco intenta reconstruir su vida junto a su familia. «Estamos acompañados por la justicia y seguimos adelante. Mi esposa está embarazada, y queremos enfocarnos en el futuro», expresó. Sin embargo, pide a la sociedad que lo deje vivir en paz. «La justicia ya hizo su trabajo, comprobó que todo era mentira. Solo quiero que me dejen tranquilo», concluyó.

El caso de Franco evidencia los peligros de la justicia por mano propia y el impacto devastador que pueden tener las falsas denuncias amplificadas en redes sociales. «Es una bola de nieve que no para. Quemaron mi casa y ahora siguen acosándome en la calle. Necesito que esto termine», reclamó.

 

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