En la actualidad, el poder de compra de los salarios en Argentina enfrenta un desafío significativo, especialmente para aquellos con salarios formalizados y recibidos mensualmente. La agenda económica del país está claramente dividida, y la realidad lo demuestra. Hoy, el Ministro de Economía se encuentra en una misión del Fondo Monetario Internacional (FMI), habiendo regresado a Argentina después de un viaje importante.
Es crucial recordar que hubo un desembolso de un tramo del crédito obtenido del FMI. Este desembolso es un reflejo de la situación económica actual, donde los datos de la realidad son entregados por la microeconomía. Por ejemplo, informes de la Cámara Argentina de Comercio muestran que el consumo de servicios en diciembre cayó un 3.4% en comparación con el mismo mes del año anterior.
El comercio, especialmente en estaciones de servicio, también ha experimentado una caída interanual en el consumo de combustible. En el corazón del petróleo argentino, la nafta premium ha bajado un 5.67%, lo que indica que la gente está optando por combustibles más económicos. Esta tendencia se refleja en los supermercados, donde los consumidores ahora se plantean si llenar el tanque con nafta premium o super, buscando siempre reducir costos.
En noviembre, los datos de consumo acumulado en el año mostraron una caída del 11.9%. Estos datos negativos contrastan con los salarios del gobierno, que han mostrado incrementos. Sin embargo, esta mejora salarial solo afecta a un sector formalizado de la economía, dejando fuera a una gran parte de la población que trabaja en la informalidad, la cual alcanza un 40% en Argentina.
La falta de recuperación salarial impide la recuperación del consumo. Incluso en casos donde los salarios han mejorado, estos incrementos se han destinado a cubrir otros gastos, como tarifas de servicios, especialmente en Buenos Aires, donde los ajustes han sido significativos. En contraste, en el interior del país, las tarifas eran más altas y no han experimentado los mismos ajustes.