Pugliese, Pugliese, Pugliese: 29 años sin el Santo de los Músicos

El 25 de julio de 1995, el mundo del tango lloró la pérdida del extraordinario pianista Osvaldo Pugliese. El Maestro, conocido por sus múltiples y valiosos aportes a la música de Buenos Aires, falleció a los 89 años en la clínica Bazterrica de Buenos Aires. Había sido hospitalizado 25 días antes debido a una obstrucción […]

El 25 de julio de 1995, el mundo del tango lloró la pérdida del extraordinario pianista Osvaldo Pugliese. El Maestro, conocido por sus múltiples y valiosos aportes a la música de Buenos Aires, falleció a los 89 años en la clínica Bazterrica de Buenos Aires. Había sido hospitalizado 25 días antes debido a una obstrucción intestinal que se complicó por una afección cardíaca y problemas respiratorios.

Nacido el 2 de diciembre de 1905 en el barrio porteño de Villa Crespo, Pugliese creció en el seno de una familia de músicos. Su pasión por el piano lo llevó a componer y dirigir piezas que se convirtieron en pilares fundamentales del tango. Entre sus obras más destacadas se encuentran «La Yumba», «El encopao», «Negracha» y «Malandraca».

Osvaldo Pugliese no solo se destacó como músico, sino también como ciudadano comprometido. Fue un ferviente afiliado del Partido Comunista argentino, lo que le costó prisión, persecución y prohibiciones en la década de los cuarenta. Sin embargo, su compromiso con la música y sus ideales nunca flaqueó.

A lo largo de su carrera, Pugliese formó parte de diversos grupos musicales y orquestas, incluyendo un sexteto con el bandoneonista Aníbal Troilo. Su despegue definitivo se produjo en 1939, cuando presentó su propio conjunto musical en el tradicional Café Nacional de Buenos Aires. Desde entonces, su carrera fue en ascenso, llenando teatros y clubes, y ganándose el reconocimiento y el cariño del público argentino.

Pugliese, más allá de la música, se ha convertido en un símbolo de buena suerte entre los músicos argentinos. La leyenda del «Santo Patrono de los Músicos» comenzó a tomar fuerza incluso antes de su muerte. Su nombre es invocado como un talismán para espantar la mala suerte en conciertos y presentaciones. La tradición se originó en un recital de Charly García a comienzos de la década de 1990, donde problemas técnicos se resolvieron mágicamente al sonar la música de Pugliese. Desde entonces, la frase «Pugliese, Pugliese, Pugliese» se ha convertido en un mantra para asegurar la buena fortuna.

La estampita de San Pugliese, con su propia oración, es un elemento infaltable en la cartera o la billetera de muchos músicos: «Protégenos de todo aquel que no escucha. Ampáranos de la mufa de los que insisten con la patita de pollo nacional. Ayúdanos a entrar en la armonía e ilumínanos para que no sea la desgracia la única acción cooperativa. Llévanos con tu misterio hacia una pasión que no parta los huesos y no nos dejes en silencio mirando un bandoneón sobre una silla».

El legado de Osvaldo Pugliese no solo se mantiene vivo a través de su música, sino también en la superstición y el folklore popular. Su influencia sigue siendo palpable en la comunidad artística y en aquellos que buscan un poco de suerte antes de subir al escenario.

 

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