
La tecnología robótica de seguridad ya no es una promesa del futuro: es una realidad palpable en Argentina. La empresa Big Dipper Technology presentó sus robots humanoides y cuadrúpedos, diseñados para tareas de vigilancia, control de perímetros y apoyo en misiones de rescate. Los robots ya patrullan espacios públicos y privados, marcando un avance significativo en la industria de la seguridad tecnológica.
«Lo que antes era una cámara o una alarma, hoy es un robot capaz de realizar patrullajes autónomos», explicó Gabriel Bruno, director de marketing de Big Dipper Technology. Los dispositivos cuentan con sensores, cámaras térmicas y radares LIDAR que permiten un monitoreo preciso, incluso en total oscuridad o en terrenos complejos. Su implementación busca optimizar la seguridad sin reemplazar la labor humana, sino complementándola.
Entre los modelos presentados se destaca un perro robot equipado con cámaras ópticas y térmicas que transmiten imágenes en tiempo real a centros de monitoreo. Este cuadrúpedo sigue a los vigiladores mediante un dispositivo portátil y permite detectar intrusiones o situaciones de riesgo antes que el ojo humano. Además, puede programarse para realizar rutinas autónomas y escanear áreas específicas a intervalos definidos.
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Los robots humanoides, por su parte, alcanzan una altura de hasta 1,80 metros y cuentan con radar LIDAR topográfico que escanea en 360 grados su entorno. Según Bruno, estos equipos son capaces de realizar patrullajes en barrios privados, fábricas y espacios públicos, integrándose a sistemas de seguridad existentes y respondiendo a protocolos específicos de vigilancia y control.
«Ya están trabajando en Argentina, patrullando ciudades y colaborando con fuerzas policiales en la búsqueda de personas prófugas», afirmó Bruno. Los robots cotejan en tiempo real las imágenes de personas que capturan durante su recorrido con bases de datos judiciales, facilitando la detección de individuos con pedido de captura sin necesidad de intervención humana directa.

Los dispositivos permiten incorporar accesorios adicionales, como detectores de gases peligrosos o brazos robóticos de alta precisión. Algunos modelos soportan cargas de hasta 80 kilogramos y pueden realizar tareas que van desde rescates en zonas de desastre hasta labores industriales o domésticas, como la preparación de tragos o el transporte de objetos frágiles.
En una prueba realizada recientemente en Puerto Madero, los robots despertaron la curiosidad de cientos de personas que los vieron por primera vez en acción. «Es similar a lo que ocurrió con los primeros automóviles: al principio sorprende, pero se van a convertir en parte del paisaje urbano», comentó Bruno sobre la integración de estos sistemas en la vida cotidiana.
Si bien algunos temen que estas tecnologías reemplacen el trabajo humano, desde la empresa aseguran que el objetivo es sumar capacidades que el ser humano no posee, como la visión térmica o la respuesta autónoma en entornos hostiles. Con software programable en Python, estos robots ofrecen infinitas posibilidades de personalización para cada necesidad operativa. «Son herramientas que evolucionan constantemente gracias a la colaboración con entidades educativas y desarrolladores locales», concluyó Bruno.