
El 23 de marzo de 2003, una clínica de Cipolletti fue escenario de una tragedia que marcó para siempre a la sociedad del Alto Valle. Carla Milla, una joven técnica laboratorista, trabajaba en la Fundación Médica cuando Laila Díaz irrumpió en el lugar y comenzó a disparar, hasta que una bala impactó a Carla y falleció a los minutos.
Se cumplen 12 años desde ese episodio de violencia que se apoderó del centro de salud ese día. La joven de Allen se encontraba en el pasillo cuando Laila Díaz le consultó por un médico que había atendido a su madre, días atrás. Carla le contestó que el médico llegaría en breves y que lo espere, fue en ese momento que Laila ingresó a la zona de internación y comenzó la balacera.
La agresora efectuó más de 30 disparos, uno de ellos impactó contra Milla, quien quedó tendida en el suelo mientras los médicos, pacientes y empleados se resguardaban en un cuarto lateral. Según la autopsia, la bala ingresó por la espalda e impactó en el corazón, lo que le provocó la muerte inmediata.
Durante el juicio, la Fiscalía solicitó la pena máxima con el argumento de que había actuado con “desprecio absoluto por la vida”. Finalmente, la Justicia la sentenció a 30 años de prisión efectiva. Pena que comenzó a cumplir de inmediato, sin embargo en el 2018 Díaz falleció por una septicemia, en El Maruchito, donde había sido trasladada desde el Penal 2 de General Roca.
Beatriz Fattorel, madre de Carla, en diálogo con Radio 7 expresó: “Yo siempre digo que se hizo justicia, después de 3 años y medio, porque yo siempre preguntaba por qué tardan tanto si tenían a la culpable, la bala, la víctima y todo. El juicio fue bastante doloroso para mí porque no sabía cómo habían sido las cosas, me dijeron que hubo un accidente, pero cuando llegué al lugar, Carla ya no estaba”.
Carla había soñado con convertirse en médica criminalista, su vocación por la medicina la llevó a estudiar técnica en laboratorio, pero aún resguardaba ese sueño mayor. Desde joven demostró su pasión por la salud y los cuidados, motivada por el deseo de ayudar a su bisabuela, quien padecía diabetes.
“Ella falleció en el acto y luego la encontraron, la agresora andaba caminando por el pasillo cuando dijeron que hay una persona herida, reaccionó, tiró el arma y se entregó” indicó Fattorel.
Cada 23 de marzo, el recuerdo de Carla se mantiene vivo entre familiares, amigos y colegas. Su legado se refleja en las numerosas muestras de afecto que recibe su madre. «No te imaginás la cantidad de mensajes que me envían. Gente que la conoció en la escuela, en el colectivo o en su trabajo. Siempre la tienen presente” concluyó Beatriz.