Marcelo es vecino de Mallín Ahogado, una pequeña localidad en la zona sur de Río Negro, un lugar en el que ha vivido durante más de 20 años. Durante todo este tiempo, había presenciado diversos incendios forestales, pero ninguno como el que azotó su hogar recientemente. Este incendio fue distinto. Marcelo no tiene dudas: fue un incendio provocado, un acto intencional que ha marcado una tragedia no solo para él y su familia, sino para toda la comunidad.
Marcelo se encuentra en un estado emocional muy delicado. En su testimonio, expresa cómo los sentimientos de impotencia, miedo y rabia se apoderaron de él mientras veía cómo el fuego avanzaba sin control hacia su propiedad, destruyendo lo que con tanto esfuerzo había construido. “Nosotros estábamos aquí, tratando de salvar lo que podíamos, con las emociones a flor de piel, con el miedo de perderlo todo”, comenta con voz entrecortada. Su relato es uno de desesperación y lucha por intentar salvar lo irremplazable.
Un fuego con intenciones claras
Marcelo deja claro que este incendio no fue un accidente. “Este incendio fue provocado intencionalmente”, asegura, y sus palabras reflejan una certeza que, a pesar de la tristeza que le embarga, no duda en compartir. En su experiencia, los incendios en la zona suelen ser causados por negligencia, como asados mal apagados o colillas de cigarrillos olvidadas, pero esta vez fue diferente. Según su testimonio, las llamas no fueron el resultado de una imprudencia, sino de acciones deliberadas de personas con intenciones muy claras.
“No fue un asado mal apagado, ni una colilla de cigarro olvidada por un turista. Aquí hay focos provocados de manera intencional, y hay que decirlo con todas las palabras», asegura Marcelo, visiblemente angustiado por la magnitud de la situación. «Lo que más me indigna es que mientras luchamos durante toda una vida por tener una propiedad, haya gente que con sus actos egoístas nos arrebate todo, nuestras casas, nuestras pertenencias, incluso nuestras vidas”.
Viviendo una experiencia traumática
El testimonio de Marcelo continúa relatando cómo se vivieron esos días de angustia y pánico en su comunidad. Para él, la situación fue similar a lo que uno podría imaginar de una zona de guerra. “Es como ver una película, un escenario de guerra”, dice, comparando las escenas que vivió con las imágenes que a veces se ven en las noticias: sirenas sonando constantemente, helicópteros y aviones sobrevolando, y el sonido del fuego devorando el bosque a su alrededor.
“No pudimos dormir durante días, y todo lo que veíamos era fuego avanzando, la desesperación en los ojos de todos los vecinos. Es como estar en un estado de emergencia constante”, describe Marcelo, al referirse al miedo que sentían todos en la zona. “A veces sentíamos que íbamos a perderlo todo, como si ya no hubiera esperanza”.
El valor de lo perdido: Más que bienes materiales
Lo que más duele a Marcelo y a los demás vecinos de Mallín Ahogado es la pérdida irremediable de sus hogares, propiedades y recuerdos. “No solo se pierden cosas materiales. Uno lucha toda una vida para construir algo, para darle un hogar a su familia, y de repente, todo eso se va por las llamas. Eso es lo que más duele: la pérdida de lo irremplazable”.
A pesar de esta desgarradora experiencia, Marcelo también siente un profundo agradecimiento hacia aquellos que arriesgan sus vidas para combatir el fuego, como los bomberos, el SPF, y otros voluntarios que trabajaron sin descanso para evitar que la tragedia fuera aún mayor. “Es triste ver cómo personas valientes, como nuestros bomberos, luchan con todo por salvar lo que pueden, poniendo en riesgo su vida. Ellos son los verdaderos héroes de esta tragedia”, comenta con respeto.
¿Por qué lo hicieron?
Al preguntarle sobre las posibles razones detrás de este incendio intencional, Marcelo tiene su propia teoría: intereses inmobiliarios. Según su relato, en varias ocasiones escucharon rumores de que los incendios eran una estrategia para bajar el valor de las propiedades y luego poder lotear terrenos. “Algunos dicen que quieren destruir los árboles para vender la madera, y otros afirman que es para bajar el valor de los terrenos. Es difícil saberlo con certeza, pero la gente que está detrás de esto tiene mucho que ganar”, asegura, convencido de que hay un interés económico detrás de los incendios. “También he escuchado comentarios de que se quiere amedrentar a los propietarios para que abandonen la zona y poder quedarse con las tierras a precios bajos”, concluye.
La lucha por la justicia y el cambio
Marcelo también hace un llamado a las autoridades para que investiguen a fondo los actos intencionales de incendio y lleven a los responsables ante la justicia. “Es fundamental que se investigue quiénes están detrás de estos actos. Hay muchas versiones y sospechas, pero lo cierto es que la gente está perdiendo todo por culpa de unos pocos que no tienen conciencia de lo que están causando”.
Además, Marcelo apunta a un problema de fondo en la legislación local y nacional. “Las leyes que regulan el manejo del medio ambiente y la propiedad deben cambiar. Es injusto que un ciudadano tenga que pasar por tantos trámites para poder intervenir en su propia propiedad por una cuestión de seguridad, y al final terminemos perdiéndolo todo debido a la irresponsabilidad de unos pocos”, subraya.
A pesar de lo vivido, Marcelo trata de sacar lo positivo de esta tragedia. “Nos ha tocado vivir una experiencia dura, pero también nos ha enseñado la importancia de la solidaridad y el trabajo en comunidad. En momentos como estos, la gente se une, y eso es lo que nos da fuerzas para seguir adelante”. Además, Marcelo hace un llamado a los ciudadanos para que actúen con más responsabilidad y respeto hacia la naturaleza y las demás personas. “Si todos ponemos un poquito de voluntad, podríamos evitar que esto vuelva a ocurrir. No todo depende de los políticos, depende de todos nosotros también”, reflexiona con esperanza.
Marcelo, un hombre marcado por la tragedia, pero lleno de determinación para luchar por lo que es justo, nos deja un mensaje claro: “No podemos quedarnos con los brazos cruzados. Si queremos un cambio, debemos empezar por nosotros mismos”.