Una ola de robos que no cesa
Según Helga, los robos tienen un patrón similar, donde los delincuentes forzan portones de edificios y casas para sustraer objetos de valor. «En mi caso, vivo en un edificio, pero los vecinos de casas también sufren lo mismo. La semana pasada, entraron por un balcón al primer piso de una casa cercana», relató.
Los episodios ocurren tanto de noche como a plena luz del día, lo que ha generado temor e indignación entre los residentes. «El último robo ocurrió a las 10 de la noche en la calle Entre Ríos al 600. Otro fue a las 5 de la tarde, en Talero. Ya no importa la hora», agregó Helga.
Falta de respuesta y frustración
Helga mencionó que ha realizado denuncias en Fiscalía, pero hasta ahora no ha obtenido respuestas. «Desde el año pasado hice cuatro denuncias y no hay avances. Entregamos las grabaciones de las cámaras de seguridad, pero no sabemos qué hacen con esa información», afirmó.
La vecina también destacó que la policía acude regularmente a buscar imágenes de las cámaras, pero esto no ha disuadido a los delincuentes ni resuelto los casos.
Vecinos organizados, pero agotados
La sensación de inseguridad ha llevado a los vecinos a plantear la contratación de serenos o conserjes, aunque esto implicaría asumir costos adicionales. «Estamos evaluando pagar de nuestro bolsillo un sistema de seguridad porque no vemos otra solución», comentó.
Helga describió cómo los robos afectan más allá de lo material, generando un clima de incertidumbre y daño emocional. «No solo se llevan cosas, sino que rompen los portones y dejan todo en malas condiciones», explicó.
Los vecinos solicitan mayor presencia policial y medidas de seguridad efectivas en la zona. «Necesitamos que alguien se haga cargo. No podemos seguir viviendo con miedo», expresó Helga. Además, enfatizó la importancia de que las denuncias sean tomadas con seriedad y gestionadas con rapidez.